Frustración creciente
La creciente frustración de Susana la vuelve más impulsiva, tanto dentro como fuera del tribunal. “¡Todavía no ha terminado!”, exclama tras una vista, con la cara roja de ira. Su comportamiento empieza a fluctuar; comienza a aparecer inesperadamente en los lugares que visito. En el mercado, me rodea con acusaciones. “Esta no es tu batalla para ganarla”, se burla. Incluso ante el creciente acoso, mantengo la compostura y me niego a entrar en su escenario. Cada encuentro no hace sino reforzar mi determinación de que se aplique la justicia.
Punto de ebullición
Durante la última reunión antes del juicio, cuando Susan me acusa públicamente de ocultar algo, las tensiones se intensifican. “Está ocultando secretos, Señoría”, exclama, señalando acusadoramente. La sala se queda en silencio; todas las miradas se vuelven hacia mí. “Eso es falso y difamatorio”, reacciona rápidamente mi abogado. El magistrado golpea su mazo. “Orden en la sala”, ordena, evidentemente indiferente al arrebato de Susan. Incluso ante el drama, mantenemos la concentración. Mostrar aplomo bajo presión puede causar una buena impresión al magistrado.