Intrusión en el trabajo
A la semana siguiente, el marido de Susan entró en mi lugar de trabajo, intentando intimidarme. Entró como si fuera el dueño del lugar y su presencia causó un impacto inmediato. “Tenemos que hablar”, dijo, con voz fría. “Esto no es apropiado”, repliqué con voz firme. Mis compañeros notaron la tensión y empezaron a reunirse a mi alrededor. “No tienes ni idea de a lo que te enfrentas”, advirtió. Sus palabras me provocaron un escalofrío, pero rendirme no era una alternativa.
Intervención del jefe
Mi jefe intervino, amenazando con llamar a la policía para que lo echara del local. “Señor, tiene que irse inmediatamente”, dijo acercándose a nosotros. El marido de Susana le observó, pero no hizo nada. “No me iré hasta que encontremos una solución”, insistió. “Si no obedeces, los de seguridad te sacarán”, insistió mi superior. Al darse cuenta de que le superaban en número, el marido de Susana acabó marchándose, murmurando amenazas mientras se alejaba. “Gracias”, murmuré a mi superior, agradecido por su rápida actuación.