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Comparto esta nueva prueba con mi abogado defensor, que cree que podría ser crucial. Cuando me entregó la carta, noté que sus ojos escrutaban el contenido. “Esto podría cambiar el juego”, dijo con voz más segura. Su entusiasmo era contagioso. “Debemos prepararnos para exponerlo eficazmente”, sugirió. Pasamos horas trazando estrategias, asegurándonos de que comprendíamos cada detalle de la carta. Esta nueva prueba actuaba como un faro de esperanza en medio del caos total.
Esperanzada pero prudente
Esperanzada pero prudente, me preparé para la última vista judicial. La carta nos había dado una base firme sobre la que apoyarnos, pero me di cuenta de que la batalla aún no había terminado. “Concéntrate”, me recordó mi defensor, al darse cuenta de lo nerviosa que estaba. Repasamos nuestro plan varias veces, cubriendo a fondo todos los detalles. “Éste podría ser el momento decisivo”, me aseguró. Incluso con la ansiedad todavía presente, la esperanza de que las palabras de mi marido pudieran ser decisivas me dio una sensación de fuerza interior.